vendredi 4 mars 2011

Una milonga con la muerte

Y que cresta puedes hacer si se te crispan las uñas y te muerdes por dentro, mientras la tierra parece encontrarse con la sangre, así como el cemento con el agua espesandose en una mezcladora.
El hedor es el de siempre, pero algo mas duro la verdad, es que claro, como poder ser empatico? como poder entender el dolor de alguien a quien no le ha pasado nada realmente? (aparentemente)

Somos una raza insensibilizadora, crecimos haciéndonos callos en la conciencia y criamos también a nuevas generaciones que hablan de las guerras del pasado como si fueran unas pachangas de barrio.

Hombrecillos con armaduras de titanio, de que les sirve si por dentro la carne la tienen podrida realmente, si el corazón lo tienen seco, y si el gran cerebro del cual se jactan como especie, solo lo usan para autosatisfacer las necesidades que este nuevo mundo nos ha inventado amablemente.

Que bien sabemos masturbarnos y que bien masturbamos a quienes les podemos sacar algún provecho, mientras tanto se nos cae el pelo, y la piel se nos comienza a secar, y ¿como esperar algo mas digno si ni nosotros somos capaces de regar nuestras raíces?.

Tenemos hermanos que callan su dolor por culpa de nuestra sordera, y es que solo hay tiempo para nosotros, y les digo, si no hay siembra tampóco habrá cosecha. Así que no se queden esperando con esa cara babosa la primavera, pues nada crecerá en el jardín de un jardinero irresponsable.

¿Han bailado al compás de la muerte alguna vez? Yo no, pero estuve en ese baile un día, y muchos de mis mas grandes amores bailaron con ella, que lucia un velo mas negro que el vacio mismo. Quizás sea el hedor de aquella fiesta lo que ensombrece todavía mi corazón.

Lo divertido del vals, es no saber si éste terminará.